viernes, 28 de octubre de 2011

Cuando despertó, no sabía donde se encontraba, estaba todo tan oscuro. Tenía un leve dolor de cabeza que la tenía aturdida.
Se destapó con cuidado y bajó de la cama despacio. Se acercó a su silla para coger su chaqueta de lana, la misma que la había arropado tantas veces, de noche y de día, en verano y en invierno. Fue acercándose a la ventana donde pudo presenciar la helada noche. Un silbido de viento le recorrió todo el cuerpo haciéndola temblar. Dio la espalda a la ventana y caminó hacia su cama para poder tumbarse, taparse en ella y quitarse de encima los escalofríos.
Se acurrucó y formo una bola con su cuerpo para mantener el calor.
Cerró sus ojos azules e hinchados de tanto llorar sin explicación la noche anterior. Sin explicación no, pues había una en su mente y en su corazón. Pero no quería pensar ahora, no quería sentir; solo quería descansar, olvidarse por un momento los pensamientos que tanto la atormentaban día y noche.
Cogió su mp4 situado en la mesilla de noche, lo encendió y se puso los cascos. Comenzó a llorar, a salir nuevas lágrimas que le cubrían el rostro.
La canción. Esa canción que lo fue todo, todo lo que había sentido en un principio, todo lo que había soñado desde hace tanto tiempo y en un día, en una simple noche dejó de sonar. Pero  aun seguía con ella, seguía en su alma y sobre todo en su corazón pues no podía borrarla, aun no. Esa estúpida, dulce y delicada melodía

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