domingo, 9 de septiembre de 2012

Noche de tormenta

Todo comenzó con un día lluvioso. Las nubes negras cargadas de agua dejaban bien claro que las gotas bajarían para empapar a cualquiera que se atreviera a salir a la calle.
Ana se encontraba asomada a la ventana mirando cómo caían las primeras apariciones de lluvia. Aburrida, no sabía que hacer, no tenía ganas de estudiar un sábado por la tarde, pero sabía que tenía que hacerlo. Sin embargo seguía mirando la ventana con el fin de encontrar algo con lo que distraerse, aun así no había nada, solo simples coches que circulaban cautelosos bajo la lluvia. Y de repente una joven salió de un portal de la mano de su acompañante. Era alta y menuda. Desde la distancia en la que se encontraba Ana podía percibir que también era guapa y con unos rasgos amables y dulces. Su acompañante era un hombre no muy mayor, pero se notaba que se llevaban algunos años. El hombre agarraba a la joven con delicadeza, apoyando una mano sobre su estómago y otra sobre su hombro. Puesto que no podía abrir la ventana, Ana se aferro más a ella para poder ver mejor a los desconocidos que la habían sacado de su aburrimiento. Entonces se dio cuenta de que la joven empezaba a respirar entrecortadamente y percibió un gesto de dolor en su rostro, el hombre un poco nervioso la ayudaba a caminar, aun con las manos en su estómago y hombro, la estaba sentando en la repisa de la ventana de la tienda de la esquina y se disponía a sacar un objeto de su chaqueta, Ana supuso que sería un móvil. En ese se dio cuenta de que la joven de los rasgos amables y dulces estaba embarazada e iba a dar a luz en ese mismo momento. Pasaron como cinco minutos o diez tal vez, hasta que llegó una ambulancia de donde dos hombres sacaron una camilla para acomodar a la joven en ella. Su acompañante la tenía cogida de la mano y la beso. Aunque ella parecía que sufría el tenía una sonrisa en su boca. Cuando se marcharon, Ana les vio alejarse con la mirada puesta en la ambulancia.
Asombrada por lo que había presenciado siguió mirando por la ventana y contemplando el cielo. Vio que se avecinaba un viento frío con nuevas nubes, una noche de tormenta y un niño nacido.

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